Hora Zulú. Sala Mon Live, Madrid (23/03/19)
Toda
crónica contiene un ligero componente de subjetividad, más aún
cuando se trata de un grupo que has seguido siempre muy de cerca y
con el que has ido creciendo de la mano. No son pocos los momentos en
los que Hora Zulú han marcado la banda sonora de mi vida, por eso
recibí de tan buen grado la noticia de que volvían a unir fuerzas
para deleitarnos con nuevas coplillas
granaínas,
de esas que tan bien les suelen salir. Auténtico lujo.
Pasaban
por Madrid para presentar "La
voz del amo",
su sexto disco de estudio, que ha sorprendido gratamente por la
contundencia de algunos cortes. Éramos (así, a ojo) unas 600
personas las que llenábamos la Sala Mon como en tantas otras buenas
tardes musicales; apostaría a que el foro estaba completo, pero
tampoco me quiero aventurar demasiado por si alguien me tacha de
exagerado. Ambientazo y expectación había, eso sí lo puedo
confirmar con creces, amén de un interesante puesto de merchan
con nuevos modelos de camisetas; dos cayeron.
No
es menos cierto que tardaron en salir a escena, una hora después de
la apertura de puertas, pero verlos de nuevo sobre un escenario me
puso la piel de gallina. Literal. Empezaron la descarga comentando
que no iban a tocar ningún tema del disco nuevo, que faltaría más,
para deleitarnos con "La
voz del amo",
el segundo corte de su nuevo trabajo; ay, cómo se echaban de menos
esos sonidos zulúes.
Qué fuerza, qué profesionalidad, qué ganas de comerse la noche.
Siguieron con "Tus
ganas de ganar", un trallazo del "Crisis
de claridad"
que sonó arrebatador, rapidísimo, pura carne de directo por lo
efectivo que resulta, y con "Tango",
de su primer disco, reconocible por los arrebatos del gran Paco Luque
en los que hace a la guitarra ir y venir en un gran control digital.
"Mis barraqueras" sonó así en Madrid.
"Ay, cómo se echaban de menos esos sonidos zulúes. Qué
fuerza, qué profesionalidad, qué ganas de comerse la
noche."
Con "Mis
barraqueras"
ya empezó la cosa a ponerse un poco más seria, sin duda uno de los
más coreados de la noche: quedó patente que el respetable conocía
bien esta canción con la bellísima Granada como trasfondo (“y
dios no quiera que algún día de mañana a letanía te suenen mis
barraqueras, compañera”),
con unas primeras filas contagiando en cuestiones de movilidad.
Aitor, tan locuaz como siempre, nos ilustró con la frontera
indio-pakistaní que tenía en su estómago antes de dar paso a "Dice
el poniente",
otra bestialidad hecha música que puso patas arriba la sala de una
manera más que merecida, con ese “vaya
rastas más auténticas pegás con pegamento”
que resonó hasta en la última neurona de Melendi. Por ejemplo.
"El
alma y los pies"
y "Toma
y obliga"
vinieron para poner un pequeño paréntesis entre tanta fuerza, temas
con un par de revoluciones menos que serenaron un poco el ambiente;
especialmente el segundo, coreado con sentido semblante por las tres
personas que me precedían. "Cave
Ventum"
sonó potente, con Aitor dejando claras sus habilidades rítmicas.
Se reinventan de nuevo, H.Z. "Reinvención" en vivo.
El
concierto se había convertido por aquellos entonces en un ir y venir
de sonidos pesados ("Reinvención",
menudo clasicazo), cambios de ritmo ("Y
no protesto",
cuyo comedido comienzo nunca hace presagiar el brutal desenlace) y
desbordes líricos ("Nuestro
entonces",
más pausado que la media). Siempre me llamó la atención, y los que
me conocen lo han escuchado más de una vez, la estética tan
llamativa que deja don Álex Bedmar con la extensión del bajo, capaz
de domarlo a pesar de que le llega casi a los tobillos; no fue para
menos esta vez, una pose sublime y elegante en el escenario a la que
ayudaba esa doctrina de parar quieto el menor tiempo posible.
"Un grupo que salió a comerse la noche madrileña y
acabó comiéndosela de manera literal. Qué espectáculo,
qué orgullo de que Andalucía esté representada de
esta manera."
Esa
inconfundible intro
que combina violín con hélices de helicóptero vaticinaba una bomba
llamada "De
querer ser",
de mis 4-5 temas favoritos de los Zulúes; qué maravilla de sonido,
cómo la gocé, porque ‘todos
hemos mamado filosofía de Evaristo’. "Tientos"
y "Golpes
de pecho"
sirvieron para que nos remontáramos a los orígenes por unos
minutos, dos cortes imprescindibles del primer disco, mientras "Se
non è vero"
y "Beatus
Ille"
nos devolvían de nuevo al presente con una bofetada de realidad:
este último, single
inicial del último trabajo, fue especialmente bien coreado por el
respetable; han calado (están calando) hondo las nuevas
composiciones de los granaínos.
Empezaba
la traca final, intuíamos que la velada iba llegando a su ocaso
cuando empezaron a caer temas como "Lluevan
flores"
o "Agua
de mayo",
verdadero himno de la banda y que sonó demoledor en la Mon. Qué
gusto daba ver a los cuatro tan compactados, felices de compartir
tablas una vez más y verbalizando sin hablar que esto de reunirse ha
sido pleno acierto. Y "Camarada",
¿qué decir de Camarada
que no se haya dicho ya? Maravilla hecha música guiada a la
perfección por los señores Luque y Cordovilla, a quienes se les ve
en su salsa en estas tesituras rápidas y contundentes. Paco,
sublimes tus solos.
"Andaluz
de nacimiento"
y "A
ver si me entiendes"
(no podía ser de otra manera) pusieron el broche de oro a un
concierto reseñable de principio a fin, con importantes puntos a los
que aferrarse: buen sonido (no impecable, también es verdad), una
perfecta elección de los cortes para que toda la discografía
estuviera representada y un grupo que salió a comerse la noche
madrileña y acabó comiéndosela de manera literal. Qué
espectáculo, qué orgullo de que Andalucía esté representada de
esta manera. Y confirmado, casi casi en exclusiva: tenemos Hora Zulú
para rato. Así sí, joder.
Miguel Martínez.