jueves, 4 de abril de 2019

Madrid 0 – Andalucía 1: Hora Zulú han vuelto para quedarse


Hora Zulú. Sala Mon Live, Madrid (23/03/19) 


     Toda crónica contiene un ligero componente de subjetividad, más aún cuando se trata de un grupo que has seguido siempre muy de cerca y con el que has ido creciendo de la mano. No son pocos los momentos en los que Hora Zulú han marcado la banda sonora de mi vida, por eso recibí de tan buen grado la noticia de que volvían a unir fuerzas para deleitarnos con nuevas coplillas granaínas, de esas que tan bien les suelen salir. Auténtico lujo.
     Pasaban por Madrid para presentar "La voz del amo", su sexto disco de estudio, que ha sorprendido gratamente por la contundencia de algunos cortes. Éramos (así, a ojo) unas 600 personas las que llenábamos la Sala Mon como en tantas otras buenas tardes musicales; apostaría a que el foro estaba completo, pero tampoco me quiero aventurar demasiado por si alguien me tacha de exagerado. Ambientazo y expectación había, eso sí lo puedo confirmar con creces, amén de un interesante puesto de merchan con nuevos modelos de camisetas; dos cayeron.

      No es menos cierto que tardaron en salir a escena, una hora después de la apertura de puertas, pero verlos de nuevo sobre un escenario me puso la piel de gallina. Literal. Empezaron la descarga comentando que no iban a tocar ningún tema del disco nuevo, que faltaría más, para deleitarnos con "La voz del amo", el segundo corte de su nuevo trabajo; ay, cómo se echaban de menos esos sonidos zulúes. Qué fuerza, qué profesionalidad, qué ganas de comerse la noche. Siguieron con "Tus ganas de ganar", un trallazo del "Crisis de claridad" que sonó arrebatador, rapidísimo, pura carne de directo por lo efectivo que resulta, y con "Tango", de su primer disco, reconocible por los arrebatos del gran Paco Luque en los que hace a la guitarra ir y venir en un gran control digital.
"Mis barraqueras" sonó así en Madrid.

"Ay, cómo se echaban de menos esos sonidos zulúes. Qué
 fuerza, qué profesionalidad, qué ganas de comerse la
 noche."
    Con "Mis barraqueras" ya empezó la cosa a ponerse un poco más seria, sin duda uno de los más coreados de la noche: quedó patente que el respetable conocía bien esta canción con la bellísima Granada como trasfondo (“y dios no quiera que algún día de mañana a letanía te suenen mis barraqueras, compañera”), con unas primeras filas contagiando en cuestiones de movilidad. Aitor, tan locuaz como siempre, nos ilustró con la frontera indio-pakistaní que tenía en su estómago antes de dar paso a "Dice el poniente", otra bestialidad hecha música que puso patas arriba la sala de una manera más que merecida, con ese “vaya rastas más auténticas pegás con pegamento” que resonó hasta en la última neurona de Melendi. Por ejemplo.
    "El alma y los pies" y "Toma y obliga" vinieron para poner un pequeño paréntesis entre tanta fuerza, temas con un par de revoluciones menos que serenaron un poco el ambiente; especialmente el segundo, coreado con sentido semblante por las tres personas que me precedían. "Cave Ventum" sonó potente, con Aitor dejando claras sus habilidades rítmicas.

Se reinventan de nuevo, H.Z. "Reinvención" en vivo.
    El concierto se había convertido por aquellos entonces en un ir y venir de sonidos pesados ("Reinvención", menudo clasicazo), cambios de ritmo ("Y no protesto", cuyo comedido comienzo nunca hace presagiar el brutal desenlace) y desbordes líricos ("Nuestro entonces", más pausado que la media). Siempre me llamó la atención, y los que me conocen lo han escuchado más de una vez, la estética tan llamativa que deja don Álex Bedmar con la extensión del bajo, capaz de domarlo a pesar de que le llega casi a los tobillos; no fue para menos esta vez, una pose sublime y elegante en el escenario a la que ayudaba esa doctrina de parar quieto el menor tiempo posible.

"Un grupo que salió a comerse la noche madrileña y
 acabó comiéndosela de manera literal. Qué espectáculo,
 qué orgullo de que Andalucía esté representada de 
esta manera."
    Esa inconfundible intro que combina violín con hélices de helicóptero vaticinaba una bomba llamada "De querer ser", de mis 4-5 temas favoritos de los Zulúes; qué maravilla de sonido, cómo la gocé, porque ‘todos hemos mamado filosofía de Evaristo’. "Tientos" y "Golpes de pecho" sirvieron para que nos remontáramos a los orígenes por unos minutos, dos cortes imprescindibles del primer disco, mientras "Se non è vero" y "Beatus Ille" nos devolvían de nuevo al presente con una bofetada de realidad: este último, single inicial del último trabajo, fue especialmente bien coreado por el respetable; han calado (están calando) hondo las nuevas composiciones de los granaínos.

   Empezaba la traca final, intuíamos que la velada iba llegando a su ocaso cuando empezaron a caer temas como "Lluevan flores" o "Agua de mayo", verdadero himno de la banda y que sonó demoledor en la Mon. Qué gusto daba ver a los cuatro tan compactados, felices de compartir tablas una vez más y verbalizando sin hablar que esto de reunirse ha sido pleno acierto. Y "Camarada", ¿qué decir de Camarada que no se haya dicho ya? Maravilla hecha música guiada a la perfección por los señores Luque y Cordovilla, a quienes se les ve en su salsa en estas tesituras rápidas y contundentes. Paco, sublimes tus solos.
"Andaluz de nacimiento" y "A ver si me entiendes" (no podía ser de otra manera) pusieron el broche de oro a un concierto reseñable de principio a fin, con importantes puntos a los que aferrarse: buen sonido (no impecable, también es verdad), una perfecta elección de los cortes para que toda la discografía estuviera representada y un grupo que salió a comerse la noche madrileña y acabó comiéndosela de manera literal. Qué espectáculo, qué orgullo de que Andalucía esté representada de esta manera. Y confirmado, casi casi en exclusiva: tenemos Hora Zulú para rato. Así sí, joder.

Miguel Martínez.

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